
Adoro incluso tus mentiras porque te ves linda cuando sonríes de esa manera tan falsa; la verdad no soy diferente como para pedirte verdad cuando a través de escritos nos recordamos que el futuro pudo ser como lo imaginamos y sencillamente hubo una barrera que no se pudo vencer: el miedo.
Desde hace mucho tengo congelado mi tiempo, esperando que algún día me regresaras las ilusiones que te llevaste en aquella maleta escondidas en un pequeño libro que te regale porque quería cuidar siempre de ti. Desde hace mucho mi tiempo se va al demonio porque espero recibir atenciones que a lo mejor ya te duelen, porque te lastime tanto que a lo mejor perdonar es tan difícil que parece imposible.
Así que me pregunto si llorar por vos valió alguna vez la pena, pues aquel día que te marchabas sentí morirme como si mi vida pendiera tan solo de un hilo delgado como tus cabellos. Me pregunto si al igual que yo tienes tantas cosas por dar y decirme como solíamos hacerlo mientras dejábamos de lado el mundo; me pregunto si aun crees que soy tu inspiración en tus escritos, tu apoyo en el camino; me pregunto si sigo siendo esa persona imperfecta que lo hace todo bien.
En este momento creo que nuestro tiempo se acabo, porque tus ojos ya no brillan como antes, porque tu perfume ya se fue como los calendarios que han pasado; ahora creo que solo puedo verte de lejos y recordar que fuiste una dama maravillosa que me ilumino la vida y me enseño a vivir; una princesa que resulto siendo fantasía y entonces el mismo tiempo me obligo a despertar para cambiar nuestro mundo por el de personas normales, que sufren por amores inalcanzables, que sonríen por errores incorregibles.
Erika Zúñiga Lee
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el día que mueras robare tu alma
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