Hemos perdido en este juego que nadie decidió empezar, pero que bajo todos los pronósticos creció día a día como un mal que se expande con prisa hacia la muerte.
He visto desde la orilla del rió los pájaros volar alrededor de las flores, seduciéndolas con sus plumas brillantes mientras el viento juega escondidas con los arboles que están muriendo ante el inminente invierno.
A veces el sol se mezcla en la ventana para recordar que hay vida después de los sueños, para recordar que las sonrisas espontáneas son producto de tocar la vida con los dedos, con la piel, con el aliento que nace ante ese primer suspiro.
Yo te recuerdo conservando aquella flor que jamás me diste, pero que reclame después de algunos años; aquella flor marchita que aun conserva el olor de aquel momento mágico donde ya la amistad parecía demasiado poco.
Entonces me pregunto ¿Dónde estás ahora que mi habitación está vacía?
¿Dónde reposan tus huesos quizá llenos de ilusiones?
No comprendo aún el por qué todo la necesidad de tus voz se acerca de repente junto con esas ganas de abrazarte que no se calman ni teniéndote cerca.
Sin embargo siempre te vas, sin importar qué suceda, porque es el futuro el que me llama y es el pasado en el que has decidido estar como un recuerdo punzante que en ocasiones parece no doler, pero aniquila con cada segundo que se marca en el reloj.
Erika Zúñiga Lee
Puedes copiar todo lo que quieras, pero si no me das los créditos
el día que mueras robare tu alma
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